Fragmento del capítulo: Fulgor

Número 6: PIERNAS

Cuando te veo y me acerco,
el olor húmedo de tu cuello
hierve en mis colmillos y en mis adentros.

El calor se cuela en mi espalda,
y mi otro yo se libera entre los vientos violentos.

El deseo se pierde entre tus pechos,
como mis manos en tus piernas,
mientras te aprieto, suave, el cuello,
susurrando en tu oído, con mi lengua,
cada uno de mis secretos.

Nuestras miradas eternas
se pierden en la tormenta de latidos
que aprisionan la sangre contra la carne,
que estremece tus adentros,
tus vísceras y mi pecho,
y hace vibrar, por tus labios, los más húmedos gemidos.

Entre risas, llanto y gritos
que erizan mi piel.

Y mi saliva, cautiva, que no conoce otros labios,
se sigue derramando por mi lengua
hacia tus rincones sedientos,
mientras siento el dulce sabor de tus adentros
palpitando en mis papilas.


Ay, cómo deseo morder tu cuello,
oler tu sudor, tu sangre y tus fluidos etéreos,
y amarrarte, con aquellos nudos complacientes:
tus pechos, tu vientre y tus caderas,
mientras saboreo de tus piernas y tu carne
el dulzor de tu deseo y tus falaces lamentos.